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Nuestro verdadero tiempo



Vivo en un país tropical y algo característico de nuestro clima es que es bastante hormonal, puede amanecer soleado y en la tarde caer un terrible palo de agua, sin previo aviso. Uno de esos días en los que tenía varias diligencias, me tenía que mover a pie y el día decidió comenzar con la lluvia más larga que haya podido haber en mucho tiempo. Claramente me llené de estrés porque tenía que cumplir con un cliente y en ese momento, por supuesto, odié la lluvia. Lo paradójico de esto, es que yo amo estar en casa y escuchar la lluvia caer, es algo que me relaja muchísimo, pero por las circunstancias me generó el efecto contrario. Qué caprichosos podemos llegar a ser por querer manejar el clima y tiempo a nuestra manera. 


Este tema con la lluvia me hizo reflexionar sobre algo, vivimos en un momento en dónde nos planificamos con todo (que ojo, es necesario para llevar un orden) y tenemos que cumplir horarios, necesitamos manejar el tiempo para poder llenar todos los espacios del día, creyendo que tenemos el control sobre la vida y no contamos con los imprevistos, cuando en realidad, esos cambios nos enseñan que no nos estamos deteniendo a darnos nuestro verdadero tiempo. 


Caemos en cuenta de esto cuando ocurre un factor externo a cambiar los planes, algo tan simple y fuera de nuestras manos nos detiene, como lo es la lluvia. La necesidad de control y el no poder lidiar con los cambios nos va generar una situación de estrés y angustia nada agradable. Y así estamos, nos cuesta fluir con los imprevistos, quisiéramos poder tener un control para poder manejar el tiempo a nuestra manera: adelantarlo, atrasarlo, darle pausa y play; sin darnos cuenta que en realidad no nos estamos deteniendo a vivir. Ahí es cuando siento que la naturaleza nos ve y pone ese parado que nos paraliza y no nos deja ir a ningún lado, así que no nos queda más de otra que detenernos a reflexionar y pensar. Lo grandioso es que la lluvia tiene ese placer culposo, en el que nos hace odiarla, pero solo al escucharla sentimos una calma inexplicable, esa sensación de querer dormir acurrucados y en algunos casos hasta la nostalgia nos puede caer de visita.  


Cuando me molesté porque me atrasé en el meeting con el cliente (el cual entendió perfectamente porque también sufre de la lluvia), no pude hacer otra cosa que sentarme a pensar y es cuando caí en cuenta que muchas veces no me tomo el tiempo de darme unos minutos al día de sentarme, escuchar mi entorno y relajarme. Reflexionar sobre lo que estoy sintiendo, sino que me ocupo en el hacer. Si no hago algo me entra esa ansiedad de querer salir corriendo o esa sensación de aburrimiento, pero me viene a la cabeza el grandioso diálogo que Betty Draper le dice a su hijo en la serie “Mad Men” cuando él le expresa que está aburrido, “solo las personas aburridas lo están”, y es verdad, no necesariamente tenemos que estar ocupados y con mil actividades para sentir que somos útil, también lo somos a la medida que podamos estar bien con nosotros mismos cuando estamos en calma, cuando nos damos el tiempo de respirar, pensar, escribir, leer un libro, ver una película, mimarnos. Ese tiempo a solas con nosotros mismos es invaluable y el que nadie puede tocar; entonces en vez de ser una máquina de haceres humanos, también tenemos que darnos el chance de escucharnos y detenernos, equilibrar ambas cosas, el mundo no se va a caer porque no llenes el día con actividades, pero nuestro mundo si se puede caer si no le damos a nuestro cuerpo el descanso necesario, a nuestra mente el chance de reflexionar, para así poder escucharnos y entendernos más. No dejemos que la lluvia sea la que nos dé ese empujón. 


Estamos hechos de los cuatro elementos: Fuego (acción), Tierra (Planificación y estructura), Aire (Pensamientos e ideas) y Agua (Mundo emocional). Seamos coherentes: lo que sentimos, sea lo mismo que pensamos, decimos y hacemos. Cuando estamos enfocados en el hacer, hacer, hacer; llega la lluvia que es Agua (lo opuesto a la acción) a invitarnos a reflexionar y pausarnos.

Aprendamos a vivir con los imprevistos. Sí, a veces pueden arruinarnos cosas importante, pero siempre nos terminan diciendo o enseñando algo. El “control” es algo impuesto por nuestro ego, y en la medida que más nos aferremos a él más nos costará lidiar con los cambios que nos trae la vida. De lo único que podemos tener control es de la forma en cómo nos estamos tratando y que paradójicamente, es lo que más se nos hace difícil lidiar, nuestras inseguridades, miedos y emociones se nos van de nuestro control y realmente allí, está nuestro verdadero trabajo. Dejemos de controlar lo externo, la vida se basa en planificarnos por nuestras metas, pero también en detenernos y regalarnos nuestro tiempo.

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