Y antes de adentrarnos en esta reflexión, quiero reflejar que cuando hablo de masculino y femenino, hablo de energías, porque tanto hombres como mujeres en mi vida, han reflejado ambos aspectos.
He luchado, porque se filtra por los espacios en los que no tengo control, moviendo los hilos de forma inconsciente invitando a recalcular en cada proceso sumergiéndome en una incomodidad que me hace sentir expuesta ante mi vulnerabilidad.
Siempre me he sentido más cómoda al lado de lo masculino, es más independiente, más sobrio, no hay que dar tantas explicaciones, porque las cosas son como son; por lo que yo, una chica introvertida, puedo abrazar mi silencio sin cuestionamientos. Como si literal me pudiese recostar tranquilamente en ese espacio, y es porque sí, debo confesar que en mi vida he sido muy afortunada con lo masculino.
Pero ese espacio masculino, siempre le tuvo miedo a lo femenino, cada que quería expresarse se le reflejaba como algo débil, y desde niña lo femenino se relacionó conmigo desde lo caótico; por eso, ahora con lo femenino siempre me siento acorralada en una pared, cada juicio, cada vuelta de tuerca, como mi mente se inquieta por no entender, por forzarse a sobrentender una carencia que percibí desde niña: el no saber navegar las aguas de lo femenino.
Y esa incomodidad fue la que precisamente, me llevó a saber que era un mar de energía femenina que no sabía contener, que se protege en lo masculino para evadir el conflicto que implica enfrentar, finalmente, el poder interno que quería suprimir. Porque la verdadera represión empieza con uno mismo, porque lo femenino no va hacia afuera, implica sumergirse en lo interno, lo oscuro, lo cíclico, lo indireccional de cada proceso.
Las mujeres tenemos el superpoder de saber como vivenciar la energía femenina por el ciclo menstrual, pero cada vez buscamos formas de apaciguar el dolor, hay pastillas y comodidades para casi no percibir el ciclo, cosa que agradezco, pero nos aleja del significado simbólico de lo que representa ese proceso: la capacidad de transformarnos, de contener y liberar, de resguardarnos para trasmutar.
Ese ciclo nos conecta con la sabiduría de lo femenino, por eso somos intuitivas y receptivas, todas conectamos con esa posibilidad, y la ventaja de acceder a lo emocional de una manera tan sencilla es una bendición de la cual hemos reprochado durante toda nuestra vida; porque la opresión trasciende un género, es una energía que privamos por el miedo que implica entender que no tenemos todo bajo control.
Pero lo femenino necesita eso, que no se le entienda, sino que se le sienta; que comprendamos que en el recibir, percibir, estar, intuir, gestar, en el caos, en la oscuridad, existe otra sabiduría y otra forma de vivir la vida y que pide eso, ser vivida.
Que este día no se nos olvide enseñarnos a nosotros, y luego a los demás de permitirnos vivir desde lo femenino, que es ese espacio que sostiene a lo masculino que expresa, para formar la totalidad, la conjuctio perfecta para nuestra evolución. Porque es en la integración de ambas energías que podemos conseguir la completitud.
Te quiero dar un ejemplo de esta integración con un proceso que viví hace unos días, para sintonizar de qué forma oprimimos nuestras propias energías cuando necesitan expresarse y esta imagen me la dio mi propio cuerpo.
Es una locura lo sabio que es el cuerpo, como a su ritmo nos manda las respuestas, solo no pide mucha paciencia.
Cuando hace que te detengas, porque te sientes mal, más cansado, te enfermaste, etc; te está invitando a la pausa para registrar, limpiar, centrarnos y sintonizar, porque conscientemente no pudimos-quisimos hacerlo.
Estos días no me he sentido bien, ya hoy mucho mejor, ya hoy con más claridad de entender que había algo que no estaba pudiendo procesar, de algo que me sobrecargó por completo y necesitaba eso, la pausa de ser amable conmigo, colocarme en una posición vulnerable para escucharme y solo sentir esa suavidad que exige el sentirse mal físicamente. Y hoy con mejor ánimo, después de ese espacio oscuro, a través de las letras tuvo muchas más claridad… y me sonreí, porque que sabroso sintonizar con nuestros procesos, entender los ciclos y saberle dar espacio a lo que pide espacio.
Hay momentos de hacer (masculino), hay momentos de estar (femenino) y es en la escucha de ambos, sin oprimir a alguno, que vamos forjando los matices de nuestra vida, la esencia que muestra nuestros verdaderos colores.
La astrología lo refleja hermosamente, en el sistema cada energía opera su función, dialogan entre ellas, crean procesos entre ellas, una necesita de la otra para que el movimiento siga ocurriendo; y reconocer esto, es darle guía a nuestros propios procesos.
Por lo que hoy te invitó a una reflexión más interna, si bien hay una lucha externa sobre lo femenino que necesita ser aceptada, vamos a reconocer en qué espacios de nosotros hemos oprimido nuestra energía femenina, por miedo a sentirnos de verdad.
Con amor, desde mi Luna, @paoenlaluna
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