Siempre he tenido la creencia de que si me imagino lo peor de las situaciones el resultado será lo contrario porque no estoy generando ningún tipo de expectativa. Uno de los insights más fuertes que me han dado ha sido: “eso no es nada más que una creencia”. Muchos de ustedes pensaran que no tiene nada de fuerte, pero para mí sí porque cuando creemos firmemente en algo, cambiar de perspectiva no es tan sencillo porque ya se vuelve un patrón de conducta, sobretodo en mi cabeza que generar el caos mental se ha convertido en una necesidad básica.
Puedo echarle la culpa a la astrología como a muchos de nosotros nos encanta hacer, “me está yendo mal porque Mercurio esta Retrógrado”, “Soy Aries, así soy y punto”, y en mi caso “Tengo Jupiter (que amplifica) y Plutón (que profundiza) en Escorpio, obvio me encanta generar el caos”. Sí, Escorpio tiene la característica de ver el caos de las situaciones, de esperar lo peor siempre, pero eso es cuando está vibrando su lado bajo o negativo. El problema es cuando nos quedamos anclados a la energía, acogiéndola como nuestra zona segura, en vez de transcenderla, sino que es es más cómodo excusarnos con ella porque nos cuesta hacer le trabajo.
En serio, mucho tiempo en mi vida cada vez que se acercaba un acontecimiento importante para mí, pensaba lo peor y obvio terminaba generando el efecto contrario y me aferraba a la idea de que “siempre tengo que pensar lo peor de las cosas para que el resultado sea bueno” y la verdad es que el problema siempre había sido yo. En vez de ver la situación como es en realidad: un encuentro con alguien, una fiesta, una cita, un examen, etc. De una mi mente se hacía LA película, elevando el momento y sacándolo de la realidad aumentando la expectativa a mil y desvirtuándolo. Por eso, cuando el momento llegaba me encontraba con el golpe a tierra y es así, como me aferré a la idea de que si pensaba lo peor, la caída no iba a ser tan dura.
Siempre me ha gustado vivir fuera de la realidad, y no tiene nada que ver con consumir sustancias de algún tipo, sino que mi mente siempre se ha caracterizado por crear su propio mundo, imaginar momentos de como me gustaría que fueran las cosas, y esto me ha pasado desde el amor hasta con amistades y reencuentros. A veces, estoy compartiendo con las personas y la verdad no me encuentro presente, sino creando en mis pensamientos otro momento de lo que me gustaría estar haciendo y por eso, me ha costado bastante establecer una conexión con mi entorno y me tildan de despistada. Me cuesta muchísimo estar presente porque en mis pensamientos, la vida suele estar mejor y como resultado siempre busco el caos en lo externo. En vez de aceptar el presente como es y disfrutarlo, siempre quiero que las cosas sean como me las imagino y claramente, ahí radica el problema. Las expectativas emocionan, sí, pero descontextualiza el momento, lo saca de forma y nos nubla de lo que realmente está pasando.
Una vez me dijeron: “Estás molesta conmigo porque las cosas no salieron como tú querías que fueran y querías obligarme a que hiciera algo que no soy” y son esos golpes duros al ego lo que nos hacen reflexionar y recapacitar. En eso, llegaron todos esos recuerdos en los que me molesté con las personas porque las cosas no salieron como yo quería. Nos cuesta aceptar que los del problema somos nosotros y lo colocamos en el otro. Esto pasa muchísimo en las relaciones de pareja, es muy difícil alejarnos de las expectativas porque el amor y la ilusión pueden confundirse entre sí. Cuando nos ilusionamos con alguien y nos hacemos la película, elevando a la persona y creamos en nuestra mente lo que queremos ver de ella, nos viene ese golpe a tierra que nos muestra el conflicto generando como resultado que el dolor sea más fuerte. No podemos confundir el amor con la ilusión. Para mí -esto es algo muy personal porque cada quien tiene una forma diferente de percibir el amor-, amor es aceptar a la persona tal cual como es: con sus virtudes y defectos; estar en sus buenas y celebrarlo, pero también compartir sus caídas; es respetarse mutuamente y trabajar en los defectos de cada uno, trascenderlo, para así disfrutar lo bueno… amor es un trabajo de dos que conlleva luz y sombra y a veces, no nos gusta lidiar con lo malo, por lo que es más fácil crear en nuestra mente un mundo donde las cosas son como nosotros queremos que sean.
Nos molestamos con nuestra pareja porque no nos dio el beso de buenos días o no nos colocó un corazón en el mensaje, nos molestamos con nuestros papás porque nos demuestran su amor proveyendo, en vez decirnos “te quiero” y darnos un abrazo; nos molestamos con un amigo porque no nos respondió el mensaje cuando le escribimos. Siempre percibimos el mundo desde nuestras necesidades y no vemos las cosas realmente como son. Es importante entender que cada quien da amor desde un lugar diferente: unos lo dan desde el hacer, otros desde las palabras, otros desde el afecto, otros con regalarnos su tiempo, otros con solo decirnos “aquí estoy”; y no podemos esperar siempre que el otro nos de desde el lugar en el que nosotros estamos dando. Esa expectativa también viene de la carencia de colocar afuera eso que no nos estamos dando porque si estamos bien con nosotros, no caemos en elevar al otro, sino verlo como realmente es. Solemos colocar en él toda esa luz que no estamos viendo en nosotros y claramente, el otro nos va a responder como nosotros mismos nos estamos tratando y por eso, la expectativa se cae. Estamos creando algo que no es real para ellos, ni para nosotros.
La imaginación y la expectativa pueden ser hermosas para crear y darnos esos rush de emoción, pero es importante ver el presente realmente como es, disfrutarlo y aceptarlo. Todo es una experiencia de crecimiento, la realidad no es tan mala como creemos, simplemente es. Si como yo, son personas que imaginan muchísimo y les encanta crear películas en su mente, pongamos toda esa imaginería en nuestras creaciones, en nosotros mismos; en nuestras escrituras o pinturas, en nuestros poemas o fotografías, en nuestra música o nuestras matemáticas, en nuestro arte… para plasmar en la realidad ese mundo que se encuentra en nosotros, “si no lo sueño, no lo puedo construir”.
Todavía sigo trabajando en mis expectativas y creencias erróneas, no es fácil eliminar una idea impregnada en nosotros, pero sí se puede hacer el trabajo. Identifiquemos cuales son esas creencias que nos hemos impuesto como excusa para quedarnos en esa zona cómoda que nos limita. Puede ser desde, “yo no soy bueno para escribir” hasta “No soy suficiente”. Dentro de nosotros se encuentran las respuestas a esas limitantes, no nos convirtamos en nuestro primer enemigo, vamos a convertirnos en nuestro primer motivador y aceptemos la vida tal cual como es… no existe nada más hermoso que la sensación de poder estar vivos y nosotros tenemos el poder de elegir como queremos vivir nuestra vida.
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