Cuando me pongo a pensar la última vez que me caí creo que fue hace muchos años en plena feria de la Universidad, al frente de todo el mundo, porque cuando uno es penoso este tipo de cosas es más fácil que nos pasen, el quedar expuestos públicamente, obligándonos a trabajar la sombra que yace detrás de la pena.
Lo compartí en mis stories ayer con una reflexión, porque justo estaba grabando un video para @paoenlaluna cuando la caída ocurrió. Y la razón por la que he hecho tanto énfasis en esta caída y he querido compartirla es porque tiene un significado simbólico maravilloso, al menos para mí.
¿Qué piensan cuando les pregunto sobre el verbo “caerse”? (Deténganse a responder esta pregunta)
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En mi caso significa que, literal, necesito piso porque me acabo de caer en él. Soy fiel creyente que cuando algo se refleja con tanta fuerza en el afuera, es porque más pide ser visto en el adentro.
El día de la caída me sentía completamente fuera de centro. Sin duda, como arrancamos las mañanas, marca el tono del día, al menos si no lo hacemos consciente. Esa mañana me desperté y antes de cumplir con mi rutina mañanera que me centra, cometí el gran error de ver las notificaciones del teléfono y VOILÁ, mil incendios que apagar, todo el mundo llamó, todo el mundo necesitaba algo.
Eso me fragmentó en mil partes, me dispersé en cada necesidad externa y me desconecté por completo de mi necesidad interna, mi energía me dejó de pertenecer y cada vez me fui agotando hasta el punto en el que me psique se cansó también.
Y cuando el cansancio llega a la psique, más difícil se me da reconocer los pensamientos limitantes, de hecho, aprovechan el momento donde yo no estoy en mí para hacerse más presente y llevarme más al fondo, tan al fondo que terminé en el piso, literalmente.
En un punto ya dejó de ser el día, y empecé a ser yo la que se saboteaba, desde la comparación por ver que todo el mundo tenía más energía que yo, hasta ver esos pequeños aspectos donde no me sentía tomada en cuenta y alimentar esas ideas de que “no soy suficiente”, sin motivo alguno, simplemente enfocar la mirada en observar esa negatividad que alimentaba un patrón aprendido.
Y llegó la caída a salvarme y llevarme al piso a decirme, “¿qué haces tú por allá?, ya tú no eres eso”. Pude hacer presente el estado mental en el que estaba, y aunque era un poco tarde porque me drenó como un Dementor, tuve el alivio de saber que ahora puedo reconocerme, así haya sido un poco tarde, pude al final, aliviar un poco el tono del día.
Y la esencia de esta reflexión va de lo que ha sido mi trabajo de vida, sobretodo desde que trabajo con la astrología y consulto a personas: aprender a cuidar y regular mi energía. Hacerme consciente de mis estados emocionales para que con las herramientas que he aprendido, hacer centro e ir a mí, y saber cuándo poner límites, cuándo necesito un respiro, una pausa y un andar.
A veces se me olvida, como el día de la caída, porque me voy para ese fondo que se vuelve un punto ciego, pero lo bonito de todo este trabajo ha sido ese, el saber que puedo rescatarme del piso, levantarme y seguir, porque sé que me tengo a mí.
La energía de la temporada Piscis se siente así, y sobretodo esta del 2022 que tiene grandes planetas atravesando este Signo, el énfasis se va a su energía y por momentos, el piso se va y nosotros nos vamos con él, entramos en contacto con otros espacios que no son cómodos, que se sienten como caminar en el mar, denso y confuso… pero ahí es cuando aparece el cuerpo y nos pide calma, suavidad, para percibir cómo son las olas para nadarlas.
Qué cada vez que te caigas te sirva para recordar que hay un piso que te sostiene a pesar que todo parezca movedizo, en este caso aunque sea arena, sigue siendo piso. Que aunque nos avergonzamos por caernos porque aparece la pena y las risas, no nos aleje de nuestros procesos sino que nos lleven a la reflexión de comprender lo que internamente nos ha hecho caer, para atendernos, hacerlo consciente y siempre conectar con nosotros.
Qué el viaje no nos agarre desapercibido, sino con la fuerza de tenernos, a pesar de que se sienta un hueco por la sensación de vacío, porque si hay algo seguro, es que la vida se vive a través de nosotros, es nuestra versión, nuestra propia película y cómo es, cómo la percibimos, es cómo hemos decidido vivirla.
Y sí, me caí para volver a mí y luego regalarles estas letras de lo que siento que esa imagen tuvo para decir, ¿no les parece más bonita la vida cuando las cosas agarran significado?, para mí, eso es lo que significa hacer arte con nuestros procesos.
Con amor, desde mi luna -o el piso-, @paoenlaluna
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